28 abr 2011

Reloj de arena

busco amparo en la palabra
en el vértigo inmóvil del ejercicio de ser
casi amante, casi padre, casi individuo,
casi ratón o proteo en una muchedumbre,
intentando definir sobre la cuerda
el lugar de la trama,
rearmar el todo
con los fragmentos del suelo,
trozos de salitre y agua bajo el cuerpo oxidado,

visto así hay más espacio para el caos,
cuando el tiempo y no las cosas se suceden,

pasan los segundos, pasan los minutos,
parecen correr despiadadas las horas,
los inviernos entre cafés y abrigos fatigados,
los otoños evocando primaveras,
las primaveras desgastadas,

todo parece guardar algo más que los secretos de Ceres,
algo vedado a la imaginación del hombre,
del profano y del asceta,
algo escondido bajo siete llaves,
porque no hay una sola realidad al cruzar el prisma:
son siete los colores,
son múltiplos de siete los caminos
anunciados desde los ministerios del odio,
donde legislan al sonámbulo, donde
erigen fríos edificios donde casas abandonadas,
donde relojes de arena proyectan sombra,
a la vera de una ruta que recorremos
sin detenernos un solo instante,
para atravesar el surco que nos divide de nosotros,

no tardes, que pronto te devuelva el viento,
pasan los minutos, corren las horas,
los pájaros presagian las luces, son días sombríos,
vamos de la nada a lo inexplicable
del hueco al abismo, del ser regresamos a la nada,
otra vez apuntes viejos encontrados en libros,
(eficiencia visual: clínico-funciones-recursos
--------
nuclea toda la ciudad, incluido Hudson.
30/10/05 viajamos ligero como los pájaros
fin de semana en Uruguay $120
registro de la propiedad intelectual: a vencer el 27/7/08
la oposición encontrando manipulación.
muñeca como representación icónica)
otra vez el vaso de cerveza debatiendo,
<<¿ no estás de acuerdo con una unión latinoamericana?>>,
<<¿todavía buscás pruebas?>> o
¿el escepticismo nos está haciendo creyentes?
creyente de su regreso, pienso, y nunca lo digo, claro,
porque la Monteverde es la ventana
donde asomarse al mudo espanto, que corre veloz,
como los minutos, como las horas,
como aquella que fue tu vida,
resumida en un jardín de violetas y jazmines,
con su aroma recorriendo las galerías de mi memoria
pisadas las flores marchitas, queda sólo
el consuelo de la imagen, el sabor de tu tierna reproducción,
eternamente fumando sentada en la cama,
envuelta en mis costillas o en mi camisa negra,
previendo los días sombríos que habrían de venir
y vaya si vinieron, pienso, y lo escribo,
y pienso y escribo las voces que nos hablan
y converso y discuto con ellas, con mi padre, mi madre,
con Horacio, que no cree en la muerte a pesar de saberla cierta,
con el viejo de sonrisa ladina o el vendedor ambulante,
todos perdidos sin final ni distancia,
porque se los puede tocar, ver y oír,
porque el cuerpo se estremece en estertores al hacerlo
porque nos acarician las voces que nos reclaman,

como las de los benteveos que hoy te anuncian,
¿vendrá tu cara de orgasmo?, ¿y tu sonrisa despiadada?
vendrán muchas otras cosas, vendrá Vallejo muerto de hambre,
vendrá el libro de gramática, vendrán mis alumnos,
vendrá yo, vos, ella y nosotros, vendrán oraciones adversativas,
(no me tendrás en el cuerpo, sino en el aire)
¿Vendrá la muerte y tendrá tus ojos?
¿vendrá la vida en Dafne que duerme en casa?

vendrán muchas otras cosas, vendrá el canto del pájaro,
anunciándome en alguna casa que no conozco,
que sin auto, sin dinero, como siempre,
que qué me importa manejar, que qué me importa el dinero,
que qué vamos a hacer ahora que somos tres
que las escuelas y las clases y la lectura,
que tus diarios que no me atrevo a leer,
que debemos vivir no por nosotros, sino por Dafne,
y de regreso las oraciones adversativas,
como dos componentes opuestos unidos, articulados,
que nada importa si no estás, pero sí estoy, en ella estoy,
y de su mano cosas que tendrán que llegar,
(no te quedes en el umbral, entrá),
tenés la suavidad de un cuchillo,
tan astuta que pasa mango por hoja
detesto el campo en penumbras, es lo más parecido a la muerte

¿lo único similar a la muerte será la muerte?
(te enojás, lo sé, y no acudirás al llamado de los benteveos)
harta como estás de tanta poesía triste,
de tanta solitaria soledad y de tanto tiempo violento
en huesos quebrados y axiomas de la tragedia,
quizás harta de los días sombríos, quizás harta
de las palabras madriguera, guarida, responso, cárcel, ,

si cárcel es todo aquello que nos limita,
cárcel es la casa sin vos o sin usted
cárcel son los cigarros que provocan la carraspera
que me impide dormir,
cárcel es el camino que elegimos porque
quedaron otros sin recorrer,
cárcel son mis demonios bajo la cama,
cárcel es la frontera derrumbada de mi paciencia,

y son estos días sombríos, estas estructuras
endebles sobre bases poco profundas,
que el viento guiará llevándolas
hacia otras tierras inhóspitas,
viste, tenía razón, la crisálida de mi amor
regenera en miles de mariposas,
convexo tu pecho hace más fuerte el abrazo
y qué había antes que yo, Oscuridad y nada más,
y de regreso al compás del trinar de los pájaros,
auscultada la nostalgia se vuelve a la necesidad de felicidad,
¿sabés?, Dafne ya camina,
balbucea en un lenguaje ininteligible,
ajah, ahhh, ammm, a-a-a-a-a-a-a-a-a-a,
y golpetea y estira los brazos, como queriendo
deshacer la mesa, atomizar el agua que cayó del vaso,
como queriendo defender su mundo,
que es todo lo que está a su alcance,
todo lo que sus sentidos descubren,
ese paraíso que le será arrebatado,
esa porción de seguridad que le será arrancada,

como a todo ser humano, hombre o mujer o engendro,
y es que todo se repite, en lo cíclico ronda la perversión,
porque le será dado oír una alarma y saber la tragedia acercándose:
las calles royendo a sus transeúntes,
los alambrados desollando los paisajes,
los árboles lacerando de dióxido la atmósfera,
alguna peste, más guerras, la sequía prevista,
solidaridad, las fauces de la pasión, aburrimiento dominical,
comprensión parcial de las cosas, desesperación,
miasmas, galopes, reclamos, sueños, fulgores de metralla,
confusión, compromiso, batallas perdidas y llamados equívocos,

buscará en los rincones un germen de esperanza,
y encontrará el polvo ganando los zócalos,
la madera, los silencios heredados,

dudará entre el sonido y el sentido,
(misteriosos contornos de un mismo temor)
será el miedo balanceándose entre sus dos cadencias,
miedo que paraliza
miedo que tortura
miedo que cercena la impresión de los días

de los días sombríos que nos van formando,
formando y deformando,
a imagen y semejanza de nuestras sombras,
sombras con las que jugábamos,
sombras que éramos, que somos y seremos,

sombra que se acerca,
la tuya, que quita los ladrillos,
dejándome observar el claro,
poniendo a mis pies y fuera de mis manos
el paraíso perdido,
que deserta de nosotros, que se consume
hasta reducirse a cenizas,
cenizas grises, de cuantos matices gustes,

queríamos todo o nada: el paraíso o el caos,
el reverdecer o la sequedad,
la juventud eterna o el lecho donde postrarnos,

y así andábamos, clavos sin cabeza,
pájaros sin alas, médium en futuro incierto,
que qué buscabas, aquel vino que tanto te gusta,
¿podrás creerlo?, el minotauro apenas se defendió,
acogedora casa de Asterión la tuya,
quién de los dos es el monstruo, vos o yo o yo o vos,
(y onomatopeya de risas)
hasta que de los balcones resurgía la realidad,
(una realidad hoy paralela, claro está)
la realidad en forma de agua cayendo,
(cayendo sobre nosotros y a pesar nuestro)
y tus insultos y mis risas más fuertes
y el agua cayendo nuevamente y tus insultos
y mis risas y la espiral fortuita hasta
la llegada de los leones,
y nosotros burlando la geometría citadina
evitando las fauces de la policía,
cruzábamos ese laberinto diminuto que era tu habitación
que nos asfixiaba de la cabeza a los pies,
podríamos desnudarnos y no seríamos más felices,
podríamos fabricar el amor
como se fabrica una herramienta
y aún así el sexo sería inútil
porque no sabríamos cómo usarlo
para abrir la puerta de la habitación
y escaparnos
ninguno hablaba pero sabíamos
que nada habíamos aprendido,
cuando sonó el teléfono, cuando explotó el teléfono
cuando nos laceraron sus esquirlas
las voces resonando,
golpearon cuando te quitaba el cable enrulado del cuello
salvados otra vez
hasta cuándo nos durará la suerte,
hasta que del próximo diluvio lluevan esperanzas,
y entonces bailaste catala,

y en ese baile comenzaba nuestra feria del libro:
lápices y discos duros repartían copas de vino,
novelistas y poetas fallecidos se estrechaban las manos
amigos y antiguos amantes conversaban acerca de música y el tiempo,
el contorno de la habitación se cernía, les pedíamos a los concurrentes
que mantuvieran la calma, todo era parte del juego,
algunos bostezaban, otros aplaudían,
era la gloria o la ruina vista desde un mismo centro,

y así volvíamos al mundo,
así, asomados a sus grandes miserias
nuestros corazones respiraban aire puro,
no han de ser tan grandes nuestros pecados,
aunque la muerte circule por acá, nos reconciliamos con la vida
cerrá esa ventana, por favor, el aire se está viciando,

sin embargo puede un pájaro elegir hacia dónde volar,
puede un pez elegir hacia dónde nadar,
y puede un hombre elegir hacia dónde,

dónde, dónde, dónde,
por la Monteverde hacia Dafne,
hacia la única porción de humanidad
que le queda a estas vísceras llamadas humanidad,
ternura de sonrisa, llanto sin culpa,
ojos inmortales, verde bondad,
que duerme en su lecho de romance con algún ángel
que derrumba los siglos de los siglos,
que descifra lenguas muertas y oídos sordos,
que se vuelve ser en el objeto y figura en los planos,
que se vuelve calles y voluntades,
que se vuelve cientos y miles de Dafne,
que se vuelve hilo de la tela de la vestimenta,
de la vestimenta del fantasma
que espanta, que insiste, que busca
y sólo asusta en lo real de las oficinas, de las aulas
y los ascensores, de los notarios y abogados y semióticos
de mi escritura en soledad, del panfleto lóbrego que da forma
a la maratón de minutos y horas, del sin sentido pertinaz
y elocuente en la rutina de tu partida diaria.