30 nov 2010

¿Por qué escribo?

A la persona que me preguntó por qué escribo

Porque tengo ganas.
Porque no tengo otra cosa mejor que hacer.
Porque sería un pésimo músico,
y no tengo el dinero para hacer cine.

Porque soy ateo. Porque soy un tipo solitario.
Porque conozco el dolor, porque fui feliz.
Porque el fin está en el medio, y
todavía puedo seguir bajando.
Porque algunas mujeres aún me quieren
y decenas me rechazaron.
Porque hoy me gustan Carver, Artl y Bolaño,
y porque ayer me emocionaron Miller,
Rulfo y Melville.
Porque es mi excusa para desaparecer,
o desvelarme o molestar o tenerte presente.
Porque se exilian mis demonios,
y recreo tus perfumes después que te fuiste.
Porque puedo ser impune, irracional o caótico.
Un hijo de puta o un caballero, un cristo o un Sade.

Porque puedo vivir múltiples vidas, porque puedo
caer y levantarme hasta el final,
hasta que ya no me levante más.
Porque puedo pasar por sabio siendo ignaro
o por inteligente siendo subnormal.

Porque no comprendo la mayoría de las cosas,
porque adoro perder el tiempo,
porque detesto a la muerte
porque le temo a la muerte,
porque detesto el vacío
pero más le temo al olvido.

Mudo-callado-sin hablar

Mudo-callado-sin hablar

Como buen pintor puedo mentalmente
Retratar personajes femeninos infalibles.
Como buen músico podría componerles una voz
de soprano de ninfa de sirena a esas mujeres.
Y el genio cineasta que duerme en mí conseguirá
filmarlas en cine-arte porno-soft drama-contemporáneo.

Pero no soy buen escritor y callo cuando todos
hablan de Borges de Goethe de Murasaki.
Y callo cuando todos mutuamente
se festejan sus poemas.
Y me coso la boca con hilo sisal
cuando se adulan.
Y mudo asisto a mi sueño de Anagrama de Tusquest.
Y muerdo mis muelas hasta sangrar
cuando dicen: tendrías que cercenar esa palabrilla o
pulir aquel concepto o cuidar más el argumento.

Y tan callado estoy que ponen
monedas de 50 guita sobre mis ojos.
Y mientras miro hacia dentro de mí escribo.
No hablo sólo escribo. Es lo que hice y siempre haré.

31 oct 2010

Ella se va

Ella dice que se va- ella dice que se va porque allá está su lugar
Ella vacila y dice creer que aquel es su lugar
Ella que camina hasta la puerta y sube a un taxi y que luego
subirá a un colectivo que la llevará hasta su lugar, se va.
Ella dice que amontonados éramos demasiados, que
A las ventanas les duele la humedad, que
Los escenarios no son lo que eran, y que
por esas razones vuelve a su lugar.
Y ella dice que sueña que encuentra, que anhela que sueña,
Que sueña que busca el acierto, que sueña que acierta la busca.
Y dice además que no deja nada en la casa:
Ya entregó la llave, los libros prestados,
las tormentas de mar, los fantasmas de los pasillos.
Ella dice que ahora dará clases, que disfrutará de su familia
Que recorrerá museos y que dormirá hasta el mediodía.
Ella dice que regresará al epicentro de la partida,
más joven y radiante que doce años atrás.
Ella dice que acá y allá son lo mismo, importa sólo la memoria.
Ella dice que no me impaciente, que me escribirá.
Ella dice que edificará mis poemas tristes.
Ella simplemente se va.

Esquinas

Algunas de todas las esquinas fueron nuestras:
el leve balanceo de tu espalda afirmó las paredes
de ladrillos a la vista,
afirmó las baldías y las puertas flotantes
las luminosas y las umbrías,
algunas de penumbra donde
a tientas busco tus palabras besándome, donde busco
tus oráculos de misterio y nostalgia
donde apenas veo el humo del cigarro
marcando el compás
como caminos de infancia que se elevan hasta el vacío
sin memorias ni flores de artificio crecidas sobre el argamasa
que sobre las ochavas guarda el leve roce de tu espalda,

porque algunas de todas las esquinas fueron nuestras
algún instante de la vacilación de tu espalda sobre las ochavas
estallando en mayo o abril o junio, estallando otoño
o primavera, estallando una revolución, tres pupilas, dos latidos
mil vértebras, dos tacones, una esquina que será siempre nuestra,

como alguna de las ochavas de cemento que ya lo son
esquinas coronadas como puertas de bares, livianas - flotan,
padecen emergencia oceánica, sales en tus trajes de verano,
Poe en tu cartera, huele rancio, -cómo asalta lo futuro
cómo apremia lo pasado y fracasa lo presente,

no confundas, no es ternura, es otra esquina, como esta, como tantas
que fueron nuestras, no te horrorices, no te levantes ni te marches,
quedate, a orillas del vendedor ambulante,
a la margen del fruto de la rutina,
y sumergime dentro
de algunas de las esquinas que ya son nuestras
y quedate cerca
hasta que las ruinas
de lo que fueron nuestras esquinas – me hablen
me cuenten cómo les ha ido,
cómo fue que cambiaron de amantes,
cómo es el resplandor sin nosotros, cómo las sombras proyectadas
cómo las estatuas de cemento acumuladas – en vela
responden al dejar un fragmento muerto
al lado de los nuestros.

l'infernal

“Para entender un girasol en la realidad, será imposible,

en adelante, prescindir de Van Gogh”

Antonin Artaud

Es maravilloso adueñarte de las cosas.

Escribir, pintar, cantar, modelar, construir, inventar

un átomo, una flor, una gota de agua de lluvia

Un pájaro de papel, un cielo diáfano,

El roce de dos labios, el encuentro de dos sexos,

y entonces todo es tuyo.

Pero hay un precio.

“Cualquiera que haya escrito, pintado, esculpido, construido,

modelado, inventado, lo ha hecho sólo para escapar del infierno”.

Ellos tenían su infierno.

¿Cuál es el tuyo?

14 sept 2010

Vuestras luces


Vengan a mí vuestras luces, tierra agua aire fuego

Puedo oficiar de camarero, de mosca zumbadora,

De cuadro en la pared, de hielo en los vasos de scotch.

Vengan a mí vuestras luces, poetas de las cenizas

Viajantes de los tiempos, oropeles en papeles marfil.

Olvidaré que no soy joven, que el viento llevó mi sombrero,

Que a mi playa se le inundó el hotel más caro a mis sentidos.

Ustedes que tienen cientos de vidas de soledad a sus espaldas,

Que domaron el dolor a fuerza de silla y látigo en el circo de las épocas

Que el caos respirado en las atmósferas oscuras fue multiplicado

En miles y miles de páginas para sedientos y hambrientos profanos.

Ustedes, perdónenme si esta noche me escabullo en sus laberintos

Si les pido vengan a mí sus elementos básicos, tierra aire fuego agua

Que vengan a mí vuestras luces, que sus alas de insomnio me trasladen

Trashumantes y mutiladas hasta la cárcel del sueño imposible de llegar.

24 ago 2010

Día veintiséis por llegar

Escribe en un día veinticinco a siglos del próximo mes:
“Ella barre el polvo del río con la escoba de las tormentas de mar
En la mirada lleva el maremoto de ideas y torturas.”
Escribe despacio, describe despacio el miedo.
“De niña fue el heraldo de los pobres, soñaba con darles de comer.
Era la infatigable, la que danzaba.
Era la que renacía, siempre en soledad.”

Escribe: “Había manchas de humedad en la casa y eran nuestros dolores”:
Y piensa ¿quién va a limpiar ahora los pedazos de rencor?
¿quién va a sacar la basura al incinerador de cadáveres?

Había muros en la casa
y eran John Cheever, suciedad y gato en presagio negro.

Corre sangre azulada, venas arterias capilares
Mientras escribe
“Salen alimañas de los nidos de las causas y sus consecuencias.”
Día azulado, entre árboles de infancia.
Vuelan miles de grullas en arte origami para la vida eterna.
Ella debe caminar para sentirse mejor.
El escribe que ella camina y se siente plena.
Ella debe perder la paciencia para abandonarlo.
El escribe la palabra “cuervo”.
“El susto del animal malherido, descarnado, desplumado”.
El escribe como en "Systema naturae"
“Hay cuervos. Somos nosotros. Anidamos.
No podríamos vivir sin el otro.”
Ella no lee, rompe su armonía de mujer pájaro.
Él dibuja sombras al final del cuaderno.
Las sombras del advenimiento.
Las sombras como advenimiento.
Ella no las ve, duerme en sus sombras, ahora, por fin.
Él escribe: “¿quién trapeará del piso la sangre del hígado deshecho?”
El escribe: “¿quién levantará un nido para estas aves recién libertadas?”
El vuela en círculos, alrededor de la vida. Y se acuesta a su lado.

Cuadro

Verás amanecer desde tu vaho insomne
gracias al veneno de la indolencia
Y mientras sedientos labios te recorren
En la confusión alucinada de la casa en llamas
yo enjuagaré mis pinceles (estoy pintando
algo con colores almendra y amarillo)
Y me vestiré y saldré a la calle.
Si no dormís yo tampoco puedo.
Basta tu trinar tu voz de pasto seco
para que acuda una vez y otra a rescatarte
de tus demonios en forma de pastillas
de tu infierno en plan de tabique deshecho
de tus ansias de masturbación sin culpas
del asco de los cuerpos que te aguijonean.
Soñarás con el golpe en la puerta
Con mi entrar elegante con mi voz de trueno.
Un sitiar la ciudad tomando las armas
Entre la peste las ratas los escombros.
Y el desolador paisaje del descolorido cuadro.
Se te mezclan ahora los recuerdos en las caras
de las máscaras que hoy se prueban en tu espalda.
Ahora que remontás la mitad de tu vida
Desnudando santos para nunca vestirlos
Ahora que las fotos te recuerdan joven
Añorándote la risa sin gárgaras el rubor sin culpa.
Parece un río lo que nos separa
Una frontera geométrica opuesta
perfecta simetría de las cosas por suceder.
Está amaneciendo o ya amaneció.
No lo sabés mirás al horizonte y no ves nada.
Ellos te gobiernan en la eterna fiesta donde
Desalmada esperás mi mesiánica entrada
No sabés no sabés no sabés dónde.
Estás fuera de vos el arco iris de oscuridad llena tus pulmones
Te robé los colores almendra y amarillo para el cuadro
Estoy vestido y en la calle pero nuestro sol no es el mismo
El mío es energía vida esplendor
El tuyo paradigma de necesidad y llanto.
Camino espectro vagando hacia el entierro del amor puro.
Esperás mi andar elegante mientras reptás por el jardín
Esperás mi voz tronante mientras tus oídos sangran
Esperás mi voz que ahora grita otros nombres
Pilar Sara Sofía Nina olvidé el tuyo mil disculpas.
Esperás el golpe en la puerta que suena y no es mío
Será la desgracia el mandadero el antropólogo la policía
No abran no abran no abran gritás
Pensando en ver mi figura o mi contorno en formas irreales
En gesto de reprobación (¿qué otra cosa querías?)
Y revoleás un vaso un cenicero lo que tenés a mano
Y llorás sin lágrimas porque tus vísceras lloran
No soy yo que camino desflorando la mañana
Que busco los colores adecuados para pintarte
Como en la huida de la presa a la que ya no persigue nadie.

1 ago 2010

Dos poemas desde el amor

I

Animales mitológicos soñamos mientras viajamos hasta Heliópolis
para dejar en el nido del Fénix
los restos de este amor que resurgirá una y otra vez.
Escribo en un idioma desconocido. Hay dramatismo en el mundo.
Hay mundo dramático del murmullo que nunca oiremos.
No hay ideas, hay porvenir.
No hay entropía, estamos galvanizados.
Escribo desde un lugar desconocido. ¿Ves la poesía rodar?
Poco importa. Estás dormida, yo la recojo por los dos.
Se acerca la ciudad del sol, las nubes corren más lentas que nosotros.
Le ganamos al tiempo que se acalambra y nos envidia la nuca.
Guardá la arrogancia me digo, y sonreís en sueño soñado.
Con dos hielos pido el whiski, testigo de piedra de cuanto me habitó.
Se abre la jaula, caen las máscaras, despliega la claridad toda su luz.
Ajusto mis anteojos negros, pido perdón a mis amigos y borro mi memoria sabia.
¿Ves el nido allí abajo? Poco importa, estás dormida, yo lo miro por los dos.
Abrochate el cinturón, museo de agonía, ojitos entreabiertos,
miel de abejas, campanadas de las seis; buenos días, señorita; señora tuya.
Quiero fumar, ya aterrizamos, sujetá bien la caja de cenizas. Señor, el vaso.
Dicen que nunca llueve por acá, bruuuuuuuummmmmm….,
¿Me das fuego? Dame las valijas,
debe ser por acá, una calle de sal y otra…
Ojalá haya un hotel barato y confortable.


II


Habíamos hablado de la infancia,
Hablado de sexo, de pájaros.
Vimos a unos chicos jugar a la pelota
Vimos a una pareja abrazándose y besándose.
Vimos un colibrí libando y unos perros que jugaban.
Hablamos de amor.
La tarde caía, después de almorzar vino y pan.
Entonces subimos al colectivo.
En la oscuridad nocturna el colectivo viró
Y bruscamente, frenó.
Me abrazaste, diste un grito
te aferraste a mí como a un salvavidas.
Mi cuerpo se estremeció, llevé tu cabeza hasta mi pecho,
Y giré mi cuello, dispuesto a perderlo para protegerte.

Habíamos hablado de amor.

15 jul 2010

Mejorarte

No podré mejorarte,
podré apenas pagar ese taxi y recordarlo
aunque no sepa mejorarte. Seré en breve paso del tiempo
imagen difusa, un símbolo en ascuas,
sólo la imagen de quien no pudo mejorarte.

Vas fumando, vas cruzando las piernas,
Vas cerrando los ojos, vas formando el poema.

Abrochate el cinturón, no podré mejorarte, pero podrás entrar
en una posteridad de sombras,
en una solemnidad de papeles amarillentos
en un calidoscopio nocturno de tristezas y alegrías.
Poca cosa, dirás, entre mi casa y la tuya,
En el camino entre mi casa y la tuya
Sólo lo fugaz nos pertenece y lo que no pasó perdura,
Aquellas ganas de té con masas en Oriente,
aquella cama de amor sin amantes,
esa sensualidad de dama codiciada,
esa impotencia de no poder mejorarte.

Y dirás que no hay huellas si nadie camina,
Y yo diré que no hay huella del pez en el agua,
Y dirás que mi trabajo es miserable,
Y diré que en mi bolsillo llevo docenas de flores,
Y me dirás que soy un caballero,
Y diré que bajo mi amparo no podré mejorarte,
Al menos no esta noche que emigra la madrugada
hacia cuartos más dichosos que los nuestros,
que cientos de pájaros atraviesan volando tu hastío,
que el cielo se desluce en tu vetada entrada al infierno,
que deseás la mañana para dormir y estar a salvo de tus sueños.

Podré pagar el taxi, te lo dije, beberme las anécdotas no cosechadas,
Y podrás temblar como un árbol joven en un temporal,
Cuando bajes del coche y no haya podido mejorarte,
Cuando esperes esta tarde tu museo de hierbas,
el crecimiento demográfico de tu habitación,
el torrente de luz que mis manos no supieron darte,
Y podrás pensarme mejor de que lo soy,
Apenas un bolero desafinado, un espejo sin rostro,
Las raíces de tus pies sobre la tierra,
Las hojas caídas de tus ramas en otoño,
O el narrador de un poema en el que pude hacerte mejorar
Hacerte esperanza en mi mejor arte.

22 jun 2010

Biografía

Lecturas infantiles. Palabras sueltas.
Esbozo de primeros versos.
Primeros versos.
Periodo de latencia, lectura de cuentos infantiles.
Versos sueltos. Lectura de cuentos y novelas juveniles.
Lectura y entendimiento instintivo de lectura para adultos.
Muchas ciencias naturales, afán cientificista, algo ingenuo.
Joseph Conrad. Maravillas del mundo.
Historias imaginadas, ideas y fantasías para cuentos.
Primeros cuentos,
imitaciones de Quiroga, Conrad, Dickens, aires barrocos.
Periodo de latencia literario, hasta llegar a Kafka, al Dosto.
Cuentos, no muchos, pero mejores que los anteriores.
Una novela corta mala, imitación de "La metamorfosis".
Un desamor de finales de adolescencia. Versos, algunos buenos.
Interés político, militancia tibia.
Un cuento nuevo, otro estilo, más personal.
Insatisfacción, años en la facultad, más cuentos.
De pronto, un concurso ganado. Y otro.
Una novela trunca, otra novela trunca.
Una novela acertada, errante en sus papeles.
Noviazgo, un feliz viaje a Londres. Regreso y casamiento.
Novela publicada, modestas ventas.
Libro de cuentos fantásticos autogestionado. Nula publicidad.
Incremento en las ventas, multiplicación repentina de lectores.
Reedición de la primera novela, contrato editorial.
Whiski, viajes, derrotero de conferencias y presentaciones.
Nacimiento del primer hijo, poemario dedicado a él.
Escasas ventas. Pedido editorial de una nueva novela.
Excesiva publicidad para "el escritor de nueva generación".
Edición en Europa de sus libros anteriores.
Abandono de su trabajo habitual, escritor de tiempo completo.
Incomodidad. Más whiski, conferencias, nueva mujer, divorcio.
Otro hijo. Otro libro de cuentos, esta vez con tintes realistas.
Pedido editorial de una nueva libro. Incapacidad creativa.
Desesperación. Conferencias, whiski, Francia en todas sus formas.
Libro de viaje francés. Críticas devastadoras. Buenas ventas.
Ruptura de pareja, nuevo divorcio.
Novela de desamor, buen recibimiento.
Un viaje al campo, estancia prolongada, retiro voluntario.
Lectura y whiski voraces. Tiempo que pasa. Entropía.
Neurosis acrecentadas por falta de nicotina.
Nuevo contrato editorial. Imposibilidad de escritura.
Viejos manuscritos desempolvados.
Feroz autocrítica. Quema de esos manuscritos.
Imposibilidad de escritura. Resignación.
Trabajo y tenacidad. Novela corta.
Letargo despojado, viaje a Buenos Aires. Estancia allí.
Pequeño tumor en el hígado. Operación exitosa.
Pelea con sus hijos, ya adultos.
Cansancio. Viaje infeliz a Praga.
Casa de Kafka, confesión ante su busto austero.
Libro de ensayos sobre clásicos atenienses, regular.
Decadencia. Cansancio. Reconciliación con sus hijos.
Comienzo de una trilogía de novelas.
Edición de la primera, muy bien recibida por la crítica.
Cansancio. Escritura de la segunda. Correción.
Cansancio. Reconciliación con su segunda mujer.
Ruptura de la relación. Resignación. Paro cardiorrespiratorio.
Muerte, entierro solemne, obituarios modestos.
Edición postuma de la segunda novela de la trilogía.
Resignación. Cansancio. Decadencia. Resignación.
En ese orden la tercera novela. De su vida.

16 may 2010

No me quieras, no me extrañes, no me odies,

no me nombres, indiferenciame,

no me reconozcas en la calle, ni en los peldaños sucios de la escalera.

Perdeme entre las múltiples puertas de los pasillos

de las casas que habitamos y dejamos y seguiremos habitando.


No me veas en las fotos ni me reconozcas en tus costumbres.

No levantes la piedra que pueda iluminarnos.

Seguiremos a oscuras transitando los caminos,

a tientas tocando las sábanas ajenas

las copas ya vacías, la luz que daña nuestros ojos.


No serán las biografías las que nos recuerden

quiénes fuimos, ni será nuestra indiferencia de uno con el otro,

será un gesto, un ápice, una voz, una cara,

una palabra pronunciada con cadencia de ruina fantasmal.


Dejemos a los peces volver al mar, a los pájaros fuera de la jaula.

Que las flores que nos regalamos quepan en un bolsillo

que la obligación de felicidad nos toque el hombro

que nuestras manos juntas permanezcan en silencio.

Tenemos apenas espantos, desiertos y varias vidas por delante.

6 may 2010

Vals de madrugada

las obras completas de este milenario pájaro
abarcan todas las bibliotecas que se abren en este preciso momento
en Montreal, París o Nueva York,

hemisferio norte donde amanezca
bate sus alas este pájaro sonando música de cámara o cama
cunilingus a la madrugada que goza

mientras
nos araña la espalda
la nuca con sus zarpas de animal

¿por qué yo? pregunta el ave
¿porqué no? la madruga responde
Suena Leonard Cohen un vals hace bailar
Es de noche, el día se aleja.
No se encontrarán jamás.

Mujer de estricnina y cartón pintado

Toma la carretera donde la luna nunca se pone

Y la mujer de carne seca y cartón pintado hace dedo no la subas

No va hacia ningún lugar vive en la calle espera quitarte

La piel los huesos las vísceras los órganos arrancarte el miembro.


Humedad lleva en el índice de su mano ubicada en su cuerpo dentro de una falda

a cuadros una cinta en el pelo –pare por favor pare grita una voz de sirena

Controla los pedales frena el auto abre las puertas arrastra y

Carga su valija sonríe sonrisa de lobo y todo está perdido.


Amnésico mientras repetía mujer de estricnina y cartón pintado

El mundo me rodeaba señalaba gritaba –ahí va el muerto

Aún respiro pensé cuando ella dijo –lo conocí en otra época

Todavía muero- pensé en la anteúltima inhalación de aire cuando se alejaba.


Hoy paisano sólo queda agua destilada de mi rebeldía líquida

Estricnina en lengua viperina nombrando soledades y alegría que perdí

Amiga del poder enamorada de la adrenalina será su amante

Porque dijo el forense -muerte por muerte natural, y aún respiro bajo tierra.

18 abr 2010

K y B (dos viejos amigos)


            Una mañana de finales del año mil novecientos sesenta, sobre los curiosos márgenes del éter o de la literatura, un viejo insiste en hablar con él. Aunque sea unos pocos segundos, dice. Lleva un largo tiempo intentando persuadir al guardia, y cuando está a punto de sentir el peso de la paradoja por aquella historia (y otras) que cuidó celosamente, como nadie lo habría hecho, el guardia desaparece. Regresa al instante acompañado por un hombre todavía joven, flaco y algo aletargado.             

          El viejo y él se miran, se miden, sorprendidos uno por el aspecto del otro; da la sensación de que van a fundirse en un abrazo, o a golpearse con furia. El guardia hace eco de la solemnidad de la situación, y retrocede unos cuantos metros. El viejo no reconoce rencor en los ojos del joven, y está más que claro que está muerto y que lleva una eternidad en el paraíso; el joven ve el dolor en los ojos del viejo: destierros, exilios, oprobios y calumnias, una larga vida, y la incertidumbre acerca de su permanencia en la eternidad.

           Todavía en silencio, el joven estira su mano, el viejo la estrecha y baja la cabeza.
           -      Comprendo lo que hiciste–le dice–. No te aflijas. No hay traición si tú creíste que esa era tu meta.

           El tiempo se acabó y el guardia se acerca. Toma suavemente del brazo al joven que, dócil, se deja llevar. Dan media vuelta y por encima del hombro le dice gracias por todo, Max.
         -           Gracias a ti, Franz –le responde.

         Kafka, ya de espaldas a él, mientras camina alejándose, sonríe amargamente y acaba por comprenderlo todo.

3 abr 2010

Perihelio, o el lugar donde nos perdimos


I

Te invité a cenar: no viniste.
Sonó el timbre y nos saludamos con un beso. Te sentaste.
Bebimos dos copas de vino antes de servir un plato de pastas
que amasé con la esperanza de que vinieras. No viniste.
Hablamos de Kundera y del recital al que fuimos.
Te hablé de lo que estaba escribiendo.
Hablamos de nuestros amigos.
Fumamos mientras abría la segunda botella de vino tinto.
Reímos, nos miramos, nos sentamos en el sillón.
Creo que escuchamos Jazz, ¿o fue John Cale?
Me dijiste que la comida estaba bien, no hubo postre, no sé hacerlo, te dije.
Hablamos de la escuela, de los chicos ahora.
Te pregunté algo y nunca respondiste.
Claro, nunca conseguiste llegar a casa.
¿Habrán llegado tus sandalias?, ¿habrá llegado el amor que nos teníamos?
Nunca llegaste, o tal vez fui yo quien ya no estaba.
Lo mismo da: te invité a cenar
y nunca vinimos.



II
Madame Bovary y Emily Dickinson toman el té a las cinco,
conversan acerca de asuntos internos porque la Monroe andaba preocupada.
Se lo dijo a La Maga y a la Zunz, una noche en casa de Catherine,
antes que esta muera al dar a luz. Cuando se enteró de esto, Sonia no quiso creerlo,
y llamó a la Sirenita, que no comprendió porque qué puede saber una niña acerca del dolor.
La que sí comprendió la catástrofe fue Julieta, que lloró sin los escrúpulos que Hipólita
solía tener antes de pelearse con Leonor, porque fueron ella y Alejandra quienes le vetaron la entrada al Parnaso, como a María Antonieta, que le negaron el acceso por acéfala. Quien sí pudo entrar por recomendación de Alfonsina fue Alicia,
quien a pesar de su corta edad recomendó a Helena, que tiempo más tarde fue expulsada por sus veleidades castrenses y sus constantes afrentas con Penélope,
que cautiva por su paciencia, virtud sorprendentemente fallida en Lena, que hace
dos meses salió de casa y ya anda tan lejos.


III

No moriremos de dolor no moriremos de nacer
No moriremos de canciones ni de poesía ni de prosas imperfectas
No moriremos de fiestas patrias ni de natalicios ni de conmemoraciones
No moriremos de irrealidad no moriremos de abismos no moriremos de gripe
No moriremos de placer orgásmico ni moriremos de introducción a la filosofía
No moriremos de trabajo ahora poco y aparentemente bien pago
No moriremos del hígado ni del estomago ni de los pulmones
No moriremos de la colonización española ni del éxodo latinoamericano a Europa
No moriremos de policía y armas y prepotencia y violencia en las calles
No moriremos de carne asada y vino tinto al mediodía
No moriremos de humo de marihuana ni humo del incendio en la calle 47
No moriremos de un verso necrofílico
No moriremos de carpe diem ni de Nietzsche
No moriremos de efecto invernadero ni moriremos de leer el diario
No moriremos de lluvia fuera de casa y sin paraguas
No moriremos de absurdidad ni de un plexo surrealista
No moriremos de amor, sin duda, ni del último beso antes de irnos
No moriremos de encontrar una salida ni moriremos de liturgias

Dios aún no llegó y nadie muere en este bautismo de dolor
Ahijados en la oscuridad huérfanos hasta de sombra esperamos su voluntad.


IV

Guardo las cartas y algún recuerdo como tus diminutos pies de geisha y el kimono que pagué y nunca te vi puesto, dentro de una caja, junto a tu cara envejecida por el llanto y el gato mirándonos presintiendo el dolor. Guardo también toda la risa del mundo dentro de esa cajita, guardo la pálida visión de los estantes ya sin libros ni discos, un pedazo tuyo además guardo, al ladito de todo el amor que te tuve, y dejo sueltos miles de pájaros negros, de los que te gustaban, para que puedan armarte un nido merecedor de contenerte.


V
Perihelio: Astron. Lugar en que un planeta está más cerca del sol.

Hace dos millones de años salimos, dejando sola la casa.
¿Habrá comido el gato?, ¿estarán húmedas las plantas?
No quedó nadie en la casa, desde que salimos, hace dos millones de años.
Nos perdimos en el viaje, flotamos en el aire, y no quedó nadie en la casa.
Quisimos llegar a la ciudad prometida, los boletos eran hacia el vacío,
nos estafaron, nos perdimos, nos acercamos lo máximo al sol,
nos quemamos, y dejamos sola la casa.

Salimos hace dos millones de años, hace dos millones de años que vagamos,
el sol acabará el oxígeno y los víveres, acabará los días y los planes,
acabará nuestra fe en el hombre, y al final nos tragará a nosotros, fuera de casa.
Para entonces habremos bebido el hidrógeno,
mil veces preguntado qué fue de nuestros amigos, padres y hermanos,
y para tu cumpleaños número cuatro millones
te habré regalado la luna tantas veces que tus ojos estarán muertos,
es un regalo, mirá la luna, es tuya, guardá el favor, faltaba más.
La velocidad de la luz te habré dado también, para que puedas volver a casa,
la casa que dejamos hace tiempo, hace dos millones de años,
y te fijes el gato y las plantas, las cuentas impagas, la llave del agua.
Y puedas salir adelante, sola, conmigo a dos millones de años de distancia,
acercándome más y más al sol, flotando perdido, estafado y sin lugar donde volver.


22 mar 2010

Trejo



En un sórdido ¿homenaje?
por haberme dado la dudosa ¡¿insipiración?!

Basta de Mario Trejo. Por hoy basta de Trejo, que necesito escribir. Si lo sigo leyendo, mis poemas serán malas reescrituras suyas.
Basta de Mario Trejo. Él no escribirá por mí, no se sentará en mis pocos ratos libres, escapando del trabajo, para garabatear poemas que ganen dinero en concursos literarios. No escupirá de mi garganta historias en forma deformada de cuentos cortos y logarítmicos. No cerrará las heridas avinagradas de personajes ariscos.
Basta de Mario Trejo. Tengo que dormir, mañana es día laborable y empieza a intrusear el sol por los postigos. Si sigo leyendo, mis poemas serán ratas royendo las ideas de algún insoportable inspirado espirando metáforas y buena sintaxis. Basta de Trejo, no me quiero poner rabioso, mi mujer está harta de verme cerrar libros y arrojarlos contra la pared, de tan fuertes.
Basta de Trejo. Por hoy basta de Mario, leerlo es recordar la correntada de versos que me trajeron hasta acá. Que me impidieron amar lo realmente amable de la vida. El dinero, la plata, la guita, el vento, el filo, todos los nombres sinónimos para nombrar lo único amable de la vida, que si no duermo por leer a Trejo nunca tendré.

Y entonces,
Basta de Trejo.
No quiero exilio, ni lentitud de marihuana, ni dormir con Ofelia.
No deseo los laureles de la noche, los amigos viajando, los muertos conversándonos.
Mi generación (te lo contaré: no seré cruel)
Mi generación fuma la pólvora blanca y húmeda que traen del norte,
Quema la yerba en fogata paranoica pasiva y egoísta ególatra,
Escucha a Ofelia cantar en la ducha moviendo millones de crédulos.

Generación perdida, tal vez; noche perdida, no me resigno.
Y tengo que decírtelo, mi uso de la palabra es falible,
Confundo revólver por conclusión, por lo persuasivo
Besos con mar, por lo salado e intempestivo.

Y tengo que advertírtelo, voy a cerrar el libro. Tanta inutilidad aunada en forma de poemas que hoy leo al alba sobre un viejo sillón en un departamento de La Plata, nada tiene que ver con los poemas que olvidaré luego de leerlos al alba sobre un viejo sillón en un departamento de La Plata.
Y basta de Trejo. Mañana en un sórdido ¿homenaje?, escribiré un poema acerca de cuánto le debo a unos poemas por haberme dado la dudosa ¡¿inspiración?! para escribir un poema acerca del punto final a la lectura de un poeta que apenas me permitirá dormir esta noche.
Y basta de Trejo por hoy, quizá hasta mañana.



15 mar 2010

Apología nocturna

Tiemblan los continentes cuando nos acercamos a la barra
ladran los perros y no las palabras de las canciones que cantamos
al vino, vino- y al fondo de la noche más oscuridad.

Que Baltazar vuelva a irse sin ladrar en palabras –nos- quiso la suerte
dejar pasar las costumbres desprevenidas depravadas depredadas
que bebiéramos hasta el fondo de la noche que tomáramos trenes
que mi humor vasco nunca cambie que su humor gitano siempre celebre
que pensemos distinto que pensemos igual que pensemos en los
erratas de la humanidad que yo regrese a Santiago donde nunca estuve
o a una Buenos Aires sin neurosis ni mujeres náufragas
de prevención perversión predación.
Nos quiso la suerte de engendros o antagonistas buscar algo y encontrar
a Hemingway en el Himalaya a una poesía –esta- que no gustará
mientras tiemblan los continentes cerca de la barra pero nos aferramos
a los marcos de los vasos que se vuelcan y reptamos y nos echan del bar

porque al fondo de la noche hay más oscuridad pero más canciones
porque el fondo de la noche despelleja pero la alegría regenera la piel
porque al fondo de la noche hay costumbres desprevenidas depravadas depredadas
pero también hay un amanecer y un par de piernas para volver a casa.

6 mar 2010

Otro Lado

Una piedra puede ser un muro,
Una página en blanco puede ser una carta de amor
Un libro cerrado a la mitad puede ser media vida sin vivir
Una simple nota ejecutada con violín puede ser una lágrima
Un par de aros sobre la mesa de luz pueden ser el fin de la soledad.

Entre la oportunidad y el peñasco,
Entre la espada de la locura y la pared de la cordura,
De uno u otro lado del alambrado,
Podrás ser la piedra, la página en blanco, el libro cerrado, la simple nota, o el par de aros sueltos, desparramados,
O
podrás ser el muro, la carta, la vida por vivir, la lágrima y la sombra de los solitarios

19 feb 2010

Soledades

Las voluntades colapsan, el cuerpo levita,
los nombres se confunden, el tiempo parece detenerse.
moral y leyes caducan, cánones y modelos se atomizan
se estrellan la ortografía y los relojes.
el perro ciego, la valija siempre expectante –naderías se dejan detrás
El Día bajo el brazo y cena de conserva, la almohada muerta de hastío.

Multitud, taxis y hartazgo se entretejen, destejen y se olvidan
y la madeja de frustraciones vuelve a enrollarse de ansias
en el preciso momento y lugar de luz cuando se encuentran
cuando los edificios parecen tener vida
cuando se adivina la pausa y las pulsiones alunizan
cuando se ve el mar amarillo y las nubes se abren en tiznes ocres
el sueño derrumbado se reconstruye de sus escombros
a una distancia inimaginable
en un tiempo imposible de asimilar
ella fuma rubios y él humedece sus labios- no se miran y se presienten
hombro contra hombro, frente a frente soledades
dejan de lado sus mezquindades
nadie los distrae nadie mutila sus nervios
nadie censura sus gestos nadie oxigena sus estertores.
acaban de encontrarse.

16 feb 2010

Soledad, te nombro

Soledad, cosita, madre de la apatía, perdimos el equilibrio, caímos al piso
Nos lastimamos las rodillas y no hay alcohol en los bares para curarnos
Las heridas, Soledad, hermosura, pusiste las pasiones a nuestro alcance, con
Tu voz de soprano y tu cuerpo de ninfa hoy todos quieren acostarse con vos, pero
Vos estás y no estás, sos las esporas reproductivas de las plantas diurnas, y
Estás acá por las noches, tenés las llaves de las casas de putas más prestigiosas,
También en los tugurios más bajos estás, donde una botella vale lo que un alma,
Soledad, preciosa, sé que morís de cirrosis, pero también de virtuosismo
De ganas y de pereza, tu vida es contradicción, Soledad, repito, cosita, sos la mujer que de niña le preguntó a su madre por qué habiendo tanto espacio en la casa otros niños dormían en la calle, Soledad, y sos la usurera de tantos otoños a la vera de la estufa viendo a los muertos caminar, y sos la única que vio mis lágrimas regando el jardín, porque ni Concepción ni Dolores ni Esperanza me vieron caer, siempre observándome de pie sobre la cuerda, siempre y nunca firme en el papel primero cuando éramos pobres y no de espíritu y luego sobre el teclado de esta máquina que escribe Soledad, repito, cosita, como esos tipos que tienen todo y en un segundo lo pierden, Soledad, así te siento, porque soy ambigüedad, deseo y promesa, igual que vos, que tenés nombre de mujer y nombre de mujer que no está, y entonces en quién confiar, Soledad, repito, amor, con quién vas a soñar hoy, en quién vas a pensar cuando cierres los ojos y no digas en los angelitos, en cuál de todos tus amantes de cartón pintado y goma espuma te acurrucarás hoy, no digas –contigo-, no digas –con vos-, no digas nada, Soledad, solamente pensá en las vírgenes de cuarenta, en los panes sin hambre,
En los vasos tristes de tan vacíos, Soledad, y sabrás, repito, cosita, sabrás en quién,
Sabrás con quién, si no es conmigo, estará bien, habrá sido tu voluntad, Soledad, sólo
espero que tengas un abrigo, abrazos, comida caliente y cigarrillos, Soledad, repito, estará bien por hoy para mí esta noche y las que vendrán.

Poesía en la Cornisa

I
Así se vive. En la cornisa.
Una acrobacia en el tiempo del espacio-circo.

II
Huimos del panóptico de la poesía.
Visiones complejas para estos ojos abisales
Hundidos con los peces estuvieron.
Tendrás que torturarme, oh policía
de la decencia, para que respire en palabras.

III
Bucéfalo cabalga en la soga que une los abismos
Va y viene viene y va
Relincha fuego de los huesos
Relincha fuego en la oscuridad
La gente se agolpa esperando la caída
A cambio se les dará
Vísceras como ofrendas
Última amarra, a un paso del amor.


IV
Poesía de exilio, poesía de milicos
Poesía de miseria,
Poesía tuya y mía
Poesía de la cornisa, poesía de Bucéfalo
Un aleph, un panóptico, una sublevación de los sentidos.

V
Poesía citadina,
Poesía antagónica de la belleza y el horror.
De las grandes tragedias, del asombro
De los gemidos nocturnos, de los golpes diurnos.
P-O-E-S-Í-A
En tus manos y mi haber.
Poesía.

VI
Saquear lo sacrílego, escupir lo blasfemo
Caer más bajo de lo más bajo de lo bajo.
Abisal, abismo, cornisa
O cornisa primero, abismo, abisal más tarde.
Palabras que ya usé
Palabras que gasto
Palabras que adoro
Como ídolos desnudos, impúdicos, exhibicionistas.
Querer desinteresadamente.


VII
No queremos la parábola, sí la experiencia.
Tomémosla mediante las armas.
No queremos la copa, sí el vino.
Tomémoslo mediante las armas.
No queremos la ceremonia, sí la risa.
Tomémosla mediante las armas.

El diablo sabe más por viejo que por diablo pero sabe más por diablo.

VIII
el tiempo se acorta el espacio se ciñe
el universo se expande la entropía nos corroe
el sol se extingue el caos nos succiona
el ser humano se mata el agua se acaba
el morbo escribe pinta canta.


IX
Tal vez existiríamos en un mundo
Donde gobierne el equilibrio perpetuo
Siempre se expandan tus rodillas
Siempre se contraigan tus caderas
Siempre jóvenes y envejeciendo
Y como único medio de vida.
la sabiduría y el ánimo del asombro.

X
Y así vivimos. En la cornisa ¿de la vanguardia?
¿de las púas del alambre de la Bernauerstrasse?
¿entre orgasmos y abortos?, ¿entre átomos desgarrados?
Sí, entre acrobacias…